sábado, 8 de septiembre de 2012

Acerca de la FNC

En 1986, 10 años después de la gran represión de la dictadura stronista, se formó la Coordinadora Nacional de Productores Agrícolas (CONAPA), que fue una instancia de reagrupación del campesinado tras la brutal represión, para seguir luchando por una sociedad diferente. Tras la caída de la dictadura en el 89, mediante la experiencia de la CONAPA, en 1991 surgió la FNC.

A partir de la caida de la dictadura comienza la transición hacia la democracia, y la FNC declara sus principios como organización democrática, clasista y combativa. Dentro de esa transición, la FNC impulsó la participación directa de las masas campesinas en las decisiones políticas.

La lucha por la tierra para la FNC es la lucha directa del campesinado pobre contra el latifundio y por la reforma agraria, que posibilite el desarrollo del país.

La reforma agraria es requisito inexcusable para acabar con la estructura dependiente, latifundista, el atraso y la gran expoliación monopólica, que hacen imposible una economía e industria nacional en función de los intereses del conjunto del pueblo paraguayo.

¿CÓMO FUNCIONA LA FNC?


Organizada en once regionales. Cada una de estas tiene su propia Dirección. Todas integradas a un Consejo Nacional de Delegados que se reune cada cuatro meses. Instancia en la que se traza la línea política de la organización. Por encima existe una Dirección Central, cuyas autoridades surgen de elecciones directas, no proporcionales. Cotidianamente es esta Dirección Central la que operativiza, mediante las direcciones regionales, las acciones a implementar. La relación con la comunidad a propósito de la lucha, la producción, el cumplimiento del cronograma de asambleas y otras actividades, es responsabilidad de cada Dirección Regional con los militantes de la FNC.

EL TRABAJO PRODUCTIVO

Pese a la poca disponibilidad de recursos, la escasa incorporación tecnológica y las carencias propias del suelo recuperado, el trabajo productivo es otro logro exitoso de la FNC.

Las tierras conquistadas hasta ahora, en su mayoría, son probres en humus, presentan suelos arenosos, con apenas diez centímetros de fertilidad. Para cuya preservación es indispensable introducir abono o “verde” adoptando modalidades rotativas en el uso, cuestión no siempre sencilla en parcelas tan estrechas. Frente a situaciones de infertilidad, una costumbre muy arraigada en el campesinado ha sido el abandono del lugar y el desplazamiento hacia tierras más aptas, desarrollando con ello pautas culturales que remiten casi al nomadismo.

La FNC ha luchado contra este viejo hábito. En principio, inculcando una mayor conciencia acerca de la importancia de preservar la tierra como bien no renovable. Difunde entre sus afiliados la necesidad de incorporar tipos de labranza mínima, sin arado. Para estas y otras cuestiones técnicas, se ha desarrollado un plan con asistencia técnica.

Debe consignarse que el trabajo colectivo y personalizado favorece este tipo de prácticas, en contraposición con el uso irracional que llevan adelante los productores de grandes propiedades. Y si bien los ocupantes de tierras son reiteradamente acusados de depredar montes, los hechos demuestran que la depredación ha estado a cargo de los grandes propietarios y de la industria maderera exportadora, principales responsables de la deforestación.

PRODUCCIÓN Y OBJETIVO POLÍTICO

Si el primer objetivo de la FNC es procurar la tierra, el segundo es producir para arraigar y no perecer de hambre. La política de autosostenimiento y defensa del lugar ocupado se expresa en la consigna “Ocupar, producir, resistir”, que resume un derrotero insoslayable, a la que vez que establece un orden de prioridades.

A diferencia de otras organizaciones latinoamericanas que, para ocupar tierras, aceptan financiamiento externo o bien recursos económicos que no provienen de sus propias filas, la FNC es partidaria del ausostenimiento. No admite ayuda externa más que el propio aporte solidario de la comunidad más cercana a la ocupación o de otros campesinos de la FNC, y solo como excepción en el tramo inicial de una toma. Una vez instalados en el predio, raudos los campesinos dan comienzo a un ciclo productivo, el más elemental, para garantizar la subsistencia del núcleo ocupante y sus respectivas familias, sin abandonar la resistencia ante los embates policiaes o de los propios estancieros. Línea que se cumple a rajatabla con éxito y es motivo de orgullo para la organización. Por lo demás, una buena logística y la preparación rigurosa de cada toma los hace ser muy austeros en los despliegues preliminares.

Lo productivo, al menos en esa primera etapa, se supedita al objetivo político. Se programa conforme a las medidas de resistencia. En ocasiones, las tareas de seguridad demandan un esfuerzo superior y una participación muy activa de los acampantes. Otras veces, cuando la situación se presenta más distendida, pueden dedicar mayor tiempo y brazos a la labor productiva. Cuando se vislumbra el afianzamiento definitivo, se discute arduamente en el seno de cada ocupación la faz productiva. Que se produce, como se produce, como se distribuye hace a un debate perenne en la organización. Y cada asentamiento cumple su propia experiencia según el grado de madurez ideológica y conciencia política.

LA PELEA POR EL MERCADO

No es excepcional que en los asentamientos, al cabo de tres o cuatro años de trabajo continuo, combinando formas de labor individual con algunas prácticas colectivas y sin incorporar -en ningún caso- mano de obra asalariada, logren una producción que sobrepasa las exigencias del autoconsumo. Excedente este que procuran colocar en el mercado interno. Rango que no desestiman, si no que es visto como un logro en camino a incroporarse al mercado productivo nacional. Pues la FNC no adscribe y combate con regular fuerza las teorías -muy difundidas por algunas ONGs- que propician la construcción de comunidades cerradas, automarginalizadas de la vida política y económica del país y, muchas veces sin ser su propósito, acaban aislando a las familias campeisnas del proceso nacional.

UNA LÍNEA AUTÓNOMA E INDEPENDIENTE

También sobresale su autonomía con respecto al Estado y la política tradicional; así como de otros organismos en apariencia independientes, tal se han presentado no pocas ONGs; en rigor casi siempre montadas con recursos financieros suministrados por las mismas clases dominantes locales o por fuerzas extra nacionales que participan en la disputa interimperialista. Estas organizaciones “sin fines de lucro”, con un tinte progresista, a menudo suelen solventar proyectos comunitarios y rurales, so pretexto de instruir al campesinado sobre prácticas alternativas de producción.

Que la FNC se forjara despojada de tutelajes tiene importancia ya que, en la historia del Paraguay, demasiadas veces el campesinado fue impulsado “de arrastre” a la acción directa como tropa de maniobra en las sucesivas pujas entre los partidos tradicionales, sirviendo involuntariamente a objetivos ajenos a sus propios intereses. Epoca en que las consignas campesinas -aunque fundadas en el reclamo histórico del derecho a la tierra- estuvieron preñadas de oportunismo, para seducir y cautivar la simpatía de las masas rurales en cuanto conato y revuelta existió. Contiendas que, con el devenir histórico, apenas significaron mayor frustración y relego para los sintierra.

La FNC desde su origen sostiene una consigna que los campesinos, a modo de grito de guerra, suelen reproducir a voz en cuello y puños cerrados en cada congreso, marcha y concentración política: “La lucha continúa... ¡Venceremos!”.

Texto extractado de Ñandekuera (expresión guaranítica que puede
traducirse al español como “Todos Nosotros”). 1° edición.
Autor: Víctor Delgado. Ediciones Neike.
Asunción, Paraguay. 2008.